Cuando te empiezas a aficionar a la montaña descubres, muchas veces por casualidad o porque alguien te lo comenta, todas las actividades y deportes posibles, con todas su variantes. Algunos resuenan inmediatamente y sientes ganas de probarlos y de practicarlos. Otros no te llaman la atención o incluso te asustan porque son demasiado arriesgados. Esa era mi sensación desde que puse un pie en bosques y montañas con uno de los deportes más populares pero de mayor riesgo, la recolección de setas, y la verdad es que jamás pensé que podría llegar a aficionarme a ello; pero en uno de mis viajes del 2020 a los Pirineos sentí que el momento había llegado y que era hora de probarlo.
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Seta mortal |
Están los famosos vídeos donde hay mucha información, es cierto, pero también exageración, falsedad y desconocimiento. En mi opinión, solo pueden servir de complemento. He localizado algunos especialistas en setas, que muestran un tipo de seta concreto en sus vídeos y explican con detalle sus características, pero no siempre la acompañan de otros ejemplares muy similares pero tóxicos o mortales.
Están los que «saben de setas». Si de verdad saben, ese sería el método más fiable para empezar a aprender. Podrán darnos muchas indicaciones infalibles para reconocer un tipo de seta y no confundirlo con otra similar pero venenosa. El inconveniente es que hoy en día como todos presumimos tanto de todo, pues hay mucho «experto» en setas que te puede llevar directamente a la tumba. Casi tan difícil como reconocer una seta comestible de forma infalible es distinguir de quién te puedes fiar.
Lo que yo hice, el método que he empleado, no es para impacientes, ya que además de los vídeos de youtube y de preguntar a todo aquel que me encontraba recolectando setas, he estado estudiando los tipos más básicos varios meses antes de atreverme a comer una seta cogida por mí. Durante esos meses busqué bibliografía especializada (la hay en formato libro y en formato digital), dediqué horas a comparar lo que unos y otros decían, pregunté y escuché, y sobre todo pasé muchas horas buscando setas solo para mirarlas y fotografiarlas. Debido a la pandemia no han sido meses donde haya resultado posible apuntarse a un curso con verdaderos profesionales del tema. Mientras estudiaba aproveché para dedicarme a algo seguro, las confituras de otoño, la de de zarzamoras y la de tomates verdes.
Como la combinación de paciencia y estudio suele dar sus frutos, pues para finales de octubre llegó el momento esperado: por un lado, los días adecuados para encontrar setas y, por otro lado, que ya era capaz de identificar algunos típicos que, aunque se consideren muy básicos, te permiten comer setas durante todo el otoño y más si las congelas o confitas.
Macrolepiota Procera
Macro = grande, Procera = esbelta, ya que debido al tamaño de su sombrero (entre 10 y 30 cm) se ve desde muy lejos. Según la región se conoce por otros nombres, como Parasol, Galimperna o Galipierna, Apagador o Matacandil, etc. Yo la encontré durante el mes de octubre 2020 en el Alt Urgell, tanto en prados sin un solo árbol o arbusto como en pinares, más disimulada y oculta. Pude verla en sus tres estados, es decir: estado inicial, con el sombrero ovoide; abriéndose con forma de apaga candil o de sombrilla y ya completamente abierta, con el sombrero aplanado.
El sombrero es lo único que se suele comer y se suele cocinar a la plancha, al horno o incluso convirtiéndolo en una base de pizza vegetal sobre la que se pone los ingredientes que cada uno quiera. El PELIGRO es confundirla con otras especies de Lepiotas.
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Las Macrolepiotas Proceras no siempre están a la vista |
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Pueden pasar desapercibidas a pesar de su tamaño |
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Macrolepiotas muy visibles en un prado |
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Dibujo del sombrero concéntrico |
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Anillos del tallo movibles |
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Rebozadas |
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