jueves, 23 de mayo de 2019

Montañismo para el ego versus montañismo para el alma



Está claro que es una opción: pagar miles de euros por hacer cola encordado en un sitio peligroso o, entre miles de carreras, elegir aquellas en que tu participación depende de que te toque la lotería (vamos a dar por verdadero eso de que solo se consigue el dorsal por sorteo, aunque a mí me llegan otras informaciones).

Pero hay otras opciones, por ejemplo el RV3 de Peñalara en jueves, en concreto el jueves 16 de mayo. No había un alma, la montaña estaba vacía. Pero claro, es que el el RV3 es un recorrido sencillo, sin dificultad, sin riesgo, un modesto sendero que llega al Refugio Zabala y ya. Solo es el RV3. En él no hay proezas, no tiene sentido hacerse selfies, no conseguirás cien likes de facebook.




Se escuchaba el viento, las esquilas de las vacas, las paradas en seco de Buni intentando cazar alguna lagartija y el consiguiente tirón del arnés que llega a mi cintura, alguna gota de agua dispersa contra el goretex y nada más. La temperatura bajaba como si los grados fueran pisos y nosotras estuviéramos montadas en un ascensor. De una zeta a la siguiente de mayo retrocedíamos a abril y de abril a marzo, el verano anticipado se esfumaba sin contemplaciones, y es que ya lo dice el refrán Cuando en marzo mayea en mayo marcea. Los diminutos narcisos trompeteros se cerraban mientras la fragancia de la tierra se abría de par en par. 

La montaña, sus habitantes, Buni y yo asistiendo en una función privada al espectáculo del desplome de las temperaturas que la AEMET había avisado.



De regreso estuve recogiendo algo de basura (una lata, tres papeles de plata y un plástico) que va dejando la gente que, suba o no al Everest, no ama la montaña. Y, al levantar los ojos desde el suelo una sábana de vapor de agua cubrió las vistas hacia el Alto de las Guarramillas. El agua estaba en suspensión. Como en el aire había capas aún muy cálidas, la precipitación se estaba evaporando antes de tocar el suelo, como cuando las virgas forman cortinas bajo las nubes, pero esta lo cubría todo, de este a oeste, de norte a sur, todo mi campo de visión. Pude ver en el cielo las depresiones y dorsales barométricas, como si tuviera un mapa delante de los ojos. Impagable.

Precio de la excursión, cero euros. 
Masifiación, cero. 
Proezas, cero.
Alimento para el ego, cero

El RV3 solo alimenta el alma.

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