martes, 2 de marzo de 2021

Setas del Alt Urgell 2

 


Como escribí en la entrada Setas del Alt Urgell 1 estas han sido mis primeras experiencias buscando y comiendo setas que yo haya encontrado, ejemplares muy básicos y típicos de una principiante, pero no por ello menos sabrosos. Además de la precaución que siempre se debe tener para no confundir una seta comestible con una tóxica o venenosa, también hay que conocer la legislación vigente en materia de recogida de setas según el monte en el que nos encontremos. 

El primer tipo de seta que fui capaz de reconocer y localizar fue la Macrolepiota Procera (en la entrada citada) y el segundo, del que hablo aquí, el Lactarius deliciosus, es decir, el Níscalo o, como se conoce en Cataluña, el Pinetell y Rovellon.
Encontré tanto en la última semana de octubre como en la primera de noviembre ejemplares pequeños, de unos 4 cm (incluso menos, pero no los corté) hasta alguno de 18 cm, con el sombrero más o menos convexo e incluso con formas muy particulares cuando la seta había nacido entre rocas o ramas y se había adaptado al poco espacio que tenía. Algunos estaban más escondidos, en las típicas zonas de umbría de los pinares y otros más a la vista en praderas de media montaña, es decir, a unos 1400 metros de altitud.


Tuve la «suerte» de localizar un Lactarius torminosus, es decir, una seta bastante similar pero tóxica y pude comprobar por mí misma como, al cortarla, el latex que gotea no es, como debe de ser, es decir, anaranjado o casi rojo, sino blanco. 

La recolección de níscalos me dejó un gran sabor de boca, no solo en sentido real, por cómo acompañó mis comidas y cenas del otoño pasado (al horno, a la plancha, en tortilla, con arroz, con pasta...), sino por las horas disfrutando del monte en silencio y lentitud. Algún día que salí a entrenar solo con la mini mochila de trail y con idea de correr, me los encontraba de casualidad, en algún sitio por donde no había pasado nadie, y convertía la mochila en un cesto improvisado. 

Siempre me había gustado el otoño, y más en montaña, pero el aliciente de conocer y descubrir las setas le ha hecho ganar muchos puntos, ya que es un universo muy especial, con miles de matices y colores, con un campo de aprendizaje infinito, incluyendo las técnicas de conservación para poder tener níscalos todo el año.